Alfonso Reyes y Francia, amor correspondido

Alfonso Reyes y Francia, amor correspondidoCon el libro se conmemoran 100 años del legado del escritor como diplomático. Cortesía

Paseos nocturnos por Montparnasse, visitante asiduo del salón de baile Jockey, constantes caminatas por las calles de París, almuerzos con dos o tres amigos en el Restaurante Español de la rue Helder, cafés en la terraza del Weber y reuniones los domingos en petit comité en su casa de la rue Cortambert.

Gran francófilo y perfecto francófono, el escritor y filósofo regio Alfonso Reyes (1889-1959) disfrutó en grande su trabajo como Embajador de México en Francia; donde presentó sus cartas credenciales el 21 de enero de 1925, hace un siglo, y entregó sus cartas de retiro el 14 de enero de 1927, saliendo del país galo en marzo de ese año.

El libro Alfonso Reyes. Dos años en París: 1925-1927 (Fondo Editorial de Nuevo León) recorre la vida cotidiana del denominado “regiomontano universal” vista por siete autores, entre escritores, investigadores e historiadores, que redescubren su legado y su capacidad para hacer conexiones no solo en el ámbito diplomático, económico y social, sino intelectual y cultural.

Con textos de Fabienne Bradu, Adolfo Castañón, Javier Garciadiego, Víctor Barrera, José Luis Martínez y Hernández, David Noria y Guillaume Pierre, el título conmemora el centenario de la epopeya parisina de Reyes e incluye 15 documentos inéditos, del archivo de la Cancillería francesa. “Los 15 documentos inéditos que se publican en el libro están resguardados en el archivo de la Cancillería francesa. Fue una estancia bastante breve, dos años y tres meses. Pero en este tiempo logró varias cosas en el tema diplomático. En particular, un nuevo Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre México y Francia y la apertura de más representaciones mexicanas”, asegura en entrevista Guillaume Pierre, cónsul general de Francia en Monterrey.

El diplomático galo, editor del libro junto con Castañón y Noria, destaca que “es impresionante la capacidad de Reyes de estar en contacto con diversos círculos de la vida intelectual y cultural, de integrarse a una vida diferente, y fomentar diálogos”.

Destaca que el poeta y dramaturgo regio “fue un hombre muy abierto y convencido de la eficacia del diálogo entre países y pueblos. Una gran parte de su legado son puentes y conexiones”.

Pierre, quien llegó a Monterrey a finales de 2021, detalla que el autor de Visión de Anáhuac supo trabajar bien en un ambiente adverso: “Renovó la relación México-Francia. Llegó al país galo a inicios de los años 20 del siglo pasado, después de la Primera Guerra Mundial y de la Revolución mexicana. Eran dos naciones que se estaban reconstruyendo. Y Reyes acompañó esta dinámica de reparación de una imagen y un diálogo en un momento complicado de la historia”.

Agrega que París es una ciudad de vida cultural que concentra movimientos intelectuales importantes. “A él, por su personalidad, le interesaba mucho eso. Llegó por primera vez en 1913. Ya como embajador llevó la fiesta mexicana. Pero también organizó círculos de discusión y reflexión, invitando a grupos de cinco o diez personas, embajadores de otros países, intelectuales, escritores, para intercambiar ideas”, refiere.

Sobre los documentos inéditos resalta que forman parte de la correspondencia oficial entre los gobiernos, que nunca fue investigada. “En 2024 descubrimos las cartas oficiales de Reyes al gobierno de Francia, su acreditación, el protocolo para su entrega de cartas credenciales, el protocolo para su salida del país.

Todo está reproducido en el libro. Muestran la calidad de la relación entre Reyes y el gobierno francés. Fue muy respetado como embajador. Hay una gran atención a su persona. Tenía un contacto directo con el canciller de entonces; esto no es común”, añade.